Lecciones del Tío Sam
Padre Hugo Tagle@hugotagle
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Padre Hugo Tagle
A días del 59° cambio de mando de la Presidencia de los EEUU, aún nos golpean las fuertes imágenes del asalto al Capitolio. Los obispos norteamericanos recordaron: “La transición pacífica del poder es uno de los sellos que caracterizan a esta gran nación”, invitando a comprometerse con los valores y principios de su democracia y a unirse como país.
El arzobispo de Washington Wilton Gregory, el primer afroamericano nombrado cardenal, señaló: “Nuestro Capitolio de los Estados Unidos es tierra sagrada y un lugar donde la gente en los últimos siglos se ha manifestado correctamente, representando una amplia variedad de opiniones. Los americanos debemos honrar el lugar donde las leyes y políticas de nuestra nación se debaten y deciden. Deberíamos sentirnos violados cuando el legado de libertad consagrado en ese edificio es profanado”.
Existen legítimas críticas y distintas miradas a la cultura norteamericana. Pero su proceso electoral, desarrollo y participación libre, informada y responsable, son incuestionables. Susceptible de perfeccionamiento, sin duda, pero profundamente democráticos.
Podemos sacar más de una lección de esa fecha negra. Por de pronto, renovar la conciencia democrática, la seriedad en el uso los medios de comunicación, en especial por parte de los actores públicos. Y renovar la convicción de que el respeto a los caminos civilizados de intercambio de ideas es el único válido. “El tono divisorio que ha dominado recientemente nuestras conversaciones nacionales debe cambiar”, aseveró el cardenal Gregory.
Es fácil aleonar a las masas a tomar caminos violentos. Quien se sabe seguro de la validez de sus ideas y convicciones, no recurre a discursos incendiarios. Lamentablemente, no nos es ajena esa verborrea. Recuerdo aquí el triste llamado de un partido chileno a “rodear con la movilización de masas el desarrollo de la Convención Constitucional”. Patético. Cuando se sabe que las propias ideas no convencen, que se está lejos de la verdad, se recurre a la violencia para imponerlas.
“Estamos llamados – continuó el Cardenal – a ser un pueblo de valores democráticos que respeta las opiniones de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo con ellas”. Eso es civilidad.
De cara al proceso constituyente que vivirá Chile, recordemos que la violencia nada construye. Tanto ella como el silencio cómplice que la ampara, son totalmente condenables en un Estado democrático. “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”, dijo Martin Luther King, a quien se recordó el pasado viernes. Bueno es seguir su consejo.